viernes, 26 de mayo de 2017

Mi incidente crítico

¡Hola!

En esta dinámica teníamos que relatar una situación en la que las nuevas tecnologías nos hubieran hecho sentir violentas o incómodas. 

Después de redactarlo por escrito, teníamos que grabarnos en vídeo con una máscara contándolo con nuestra voz modificada. Es un poco creepy pero espero que os guste :)


Un admirador secreto

Este mismo día hace 365 días volvía a ser 25 de junio. Al igual que hoy, me levanté a las 14:00 después de una corta noche de sueño. Como todos los días, después de estirarme, encendí mi móvil. Mientras él también se tomaba su tiempo para iniciarse, me incorporé lentamente y busqué algo cómodo y fresco que ponerme. 

Sedienta, cogí el móvil y me dirigí hacia la cocina, donde mi padre estaba cocinando algo que olía deliciosamente. Ojee las sartenes y encontré unos trozos de pollo y un poco de cebolla caramelizada. Cogí una pequeña cucharada de cada una y un vaso de zumo de naranja y me senté a desayunar. 

Por fin la luz blanca del Samsung llenó mis pupilas e hice mi primer acceso al WhatsApp. Tras una rápida ojeada de todos los grupos silenciados pasé a los chats privados. Un par de amigas me contaban todo lo que me había perdido de las últimas dos horas de la noche y me enviaban fotos borrosas llenas de humo y alcohol. Les di las buenas noches y abrí un mensaje de un número que no tenía agregado. El contenido era un simple “hola”. 

Antes de contestar miré a ver si había llamado alguna vez a ese número y si estábamos juntos en algún grupo. La foto era un bonito paisaje de un atardecer, pero no revelaba datos sobre la identidad del mensajero, así que me decidí a preguntar directamente. 

Devolviendo el escueto saludo, le pregunté quién era. Justo en el momento en que el mensaje había sido marcado como enviado, el número misterioso apareció “en línea”. Un pequeño brote de desconfianza surcó mi mente, pero lo descarté creyendo en las coincidencias. 

Vi que estaba escribiendo así que esperé para recibir su mensaje: “tu admirador secreto.” Respondió enigmáticamente. La respuesta no me hizo gracia, pero decidí tomármelo con humor. Le contesté que yo no tenía ni quería admiradores secretos y que prefería poner cara y nombre a las personas con las que hablaba. 

“Soy amigo tuyo. Nos conocimos ayer. ¿No te acuerdas de mí?” preguntó. Intenté hacer memoria durante un par de minutos en los que apagué la pantalla y comencé a comer el pollo que empezaba a enfriarse. 

Cuando hube terminado de desayunar y de guardar las cosas en el lavaplatos, me fui al sofá, móvil en mano, sin saber aún cual de las tres personas que había conocido la noche anterior, y que no tenía agregadas, era el número desconocido. 

Cuando desbloqueé la pantalla, vi que tenía siete mensajes nuevos así que entré en WhatsApp. Curiosamente, todos ellos eran del número desconocido. “Por qué te desconectas” era el primero, seguido por “No me ignores”. Ambos habían sido escrito en el minuto en el que me había desconectado. En el siguiente, volvía a dirigirse a mí: “JULIA, CONTESTAME”, “¡¿Por qué me ignoras?!”. Estos últimos venían acompañados de una foto de mí de la noche anterior. En ella aparecía hablando con un amigo y de espaldas la fotógrafo. 

Por último, había enviado un párrafo en el que me decía que no creía que yo fuera así de borde y que esperaba más de mí. Que le había decepcionado y que estaba dejando de admirarme. 

Mientras terminaba de leerlo, la pantalla saltó hacia arriba, indicandome que un nuevo mensaje había llegado. “Por fin te conectas. ¿Has decidido dejar de ignorarme?”

Un poco alterada respondí tajante: “No hablo con desconocidos. Si me dices de que te conozco, hablaremos.” 

Un segundo después un montón de imágenes en proceso de descarga inundó mi pantalla. Todas ellas eran de la noche anterior y en ninguna aparecía mirando a la cámara. De hecho, algunas de ellas parecían haber sido recortadas y retocadas. 

“Esto debería ser prueba suficiente, ¿no crees?” me escribió.

Entre alucinada y un poco asustada, respondí: “Esto solo prueba que me observabas no que te conociera y esta situación me está incomodando por lo que o me dices quién eres o voy a bloquearte.”

Tras esta advertencia, se tomó unos instantes para responder. “Soy un amigo de Eric. Me llamo Luis. Nos presentaron ayer.” 

Yo no recordaba haber conocido a ningún Luis y busqué en mis contactos al tal Eric, pero tampoco lo tenía agregado. “¿Cómo conseguiste mi número?” quise saber. “Me lo pasó Eric.” contestó.

“¿Y cómo lo consiguió Eric?” pregunté indignada porque alguien pasase mi número sin mi permiso. “No lo sé. El sólo me lo envió por WhatsApp hace un par de días.” obtuve como respuesta. 

“Lo siento, Luis, pero no te conozco y me molesta que hayas conseguido mi número sin que nadie me lo haya preguntado. Prefiero que dejemos de hablar.” Finalicé la conversación. 

Una semana después, y tras haber bloqueado al tal Luis, que me hablaba todos los días para preguntarme como estaba, para alagar mi foto de perfil o para recriminarme que no le contestara, me enteré de que Eric había sido un chico con el que había compartido un grupo de WhatsApp. Nunca habíamos llegado a conocernos en persona y mucho menos a hablar, por lo que había copiado y pasado mi número sin mi permiso antes de que saliera de el grupo.

Clic aquí para ver el vídeo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario